Aunque en ocasiones me sienta vencida por las circunstancias, doy gracias a esta vida llena de sentimientos, de altibajos, de idas y venidas…porque es gracias a este devenir que me siento viva, participando en este juego que no tengo muy claro quién inventó pero del cual no me canso; y me siento orgullosa de ser quien soy, de los que han colaborado a que sea como soy, de éstas mis circunstancias, porque a pesar de que uno se enfrenta a los miedos más intensos, situaciones que le debilitan…también es posible apreciar lo más bello de la vida.
Quienes llevan una vida normal sin problemas pueden caer en la tentación de nunca querer saborear esta intensidad porque puede provenir o venir acompañada precisamente de lo más duro, de la aceptación de la imposibilidad de actuar para solucionar algo, de la irremediable tristeza que arrastra el paso del tiempo, el avance hacia el final…
Uno comprende con el paso del tiempo que la vida es alegría, pero también es dolor y aunque parezca que es algo que todo el mundo sabe y comprende también uno se da cuenta de que no es cierto, de que hay muchas personas con vendas en los ojos para evitar ver, sentir, oír algunas de las cosas que la vida (la nuestra y la de los seres que nos rodean) nos ofrece, perdiéndose así otras.
Es por ello que ya no tengo miedo a las lágrimas porque como dice una cita, nos purifican y hacen que veamos todo más claro. Como aquel que tras un tropiezo se levanta, me siento más fuerte aunque las circunstancias, paradójicamente, me hagan más débil.